No es tan fácil como antes entrar en casa de Ana. Llamas al timbre, te abre una muñeca de pelo rizado y ojos inmensos y, con una sonrisa traviesa, dice: Bye, bye, y te cierra la puerta en las ...
Hay múltiples ejemplos así a lo largo de la historia, el último de la mano de Ana Mena y Oscar Casas.